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El amor se hace hablando

Cogerle el puntillo al sexo con una persona que acabas de conocer es más complicado de lo que las pelis nos han enseñado. Ya sabes de lo que te hablamos: ganas, excitación, deseo, pero también de besos torpes y ritmos desacompasados. La falta de compenetración de los inicios se suele excusar con la frase: ya se arreglará con el tiempo. Y es verdad, no vas mal encaminada; tomarle las medidas a alguien es cuestión de echarle horas y ganas, pero también de aprender a hablar de vuestros gustos sexuales de forma abierta.

Si pensabas que “hacer el amor hablando” hacía referencia a las dirty talks de tu ligue (marranaditas al oído, para que nos entendamos), sentimos decepcionarte… Aunque si forma parte de tus fantasías sexuales, ¿a qué esperas para contárselo?

Tengas ligue, amigovio o pareja de toda la vida, te damos algunos unos truquis para que hablar de sexo no te incomode y sea una experiencia positiva y placentera, sobre todo muy placentera.

Crear ambiente

Encontrar el momento y el lugar adecuado a la hora de hablar de sexo SÍ es importante. Te desaconsejamos que saques el tema juuuuusto después de haberos acostado y mucho menos que lo introduzcas con frases sentenciosas del tipo “TENEMOS QUE HABLAR”. Evita que la tensión contamine el ambiente y tómatelo como una oportunidad para tener una charla cariñosa y desinhibida con tu compañero/a. De este intercambio debéis salir reforzados y con más ganas que nunca de poner en práctica lo hablado.

Ante todo: conócete

Digan lo que digan, la masturbación es una gran aliada a la hora de mantener relaciones. Cuanto mejor te conozcas a ti, más fácil te resultará comunicar lo que realmente te gusta. No se trata de facilitar un manual de instrucciones, pero sí de saber dar las pistas adecuadas para que el otro avance poco a poco hasta dar con la clave. ¿Quién mejor que tú para indicar el camino hacia la felicidad? Cuando sabes lo que buscas, la conversación fluye sola.

Cuanto antes, mejor

Todas nos hemos dejado llevar alguna vez por los derroteros del coitocentrismo y las prácticas basicorras del mete-saca, pero atrás quedan esos tiempos inexpertos. Para que las dinámicas de tus relaciones no vuelvan a tirar hacia lo heterobásico, repite con nosotros: no dejes para mañana los kikis placenteros que puedas echar hoy. Acostúmbrate a mantener conversaciones sobre tus gustos sexuales y no descuides tu deseo por alimentar el de los otros.

Pide por esa boquita

Dicen que donde reina hormona no manda neurona, y así es exactamente como debes comportarte cuando estés con tu compañero/a de cama. Da rienda suelta a tus pasiones y no te avergüences de las fantasías que aún tienes pendientes por cumplir. ¿Qué puedes perder? El no ya lo tienes.

Atrévete-te-te

¿Coinciden tus gustos con los de tu amante? Puede que sí o puede que no. Si se da que alguien te propone prácticas sexuales que no son de tu agrado, sé respetuosa y trabaja la escucha activa. Juzgar a los demás es un gesto doloroso que romperá vuestra conexión para siempre. Agradece la confianza que han demostrado al contarte sus deseos y quién sabe si el día de mañana te apetece probar algo nuevo…

¡Manos a la obra!

Una vez las cosas han quedado claras: a darle al mambo, que la práctica hace maestros. Eso sí, no olvidéis hacer los deberes a menudo y actualizad la información siempre que lo necesitéis. Nuestros gustos cambian con nosotros y con las personas con las que los compartimos, así que recuerda que el deseo es ilimitado y que tus encuentros íntimos llegarán tan lejos como ganas tengas tú de explorarlos. Si hoy te apetece hacer más que ayer, ¡házselo saber!

Por último, recuerda que durante el sexo también puedes guiar y acompañar no necesariamente con palabras, sino con gestos, miradas, cambios de postura... El lenguaje del amor tiene muchas formas, así que tú eliges cuál te conviene más para arreglar lo que falla y mejorar lo que ya funciona como la seda.

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