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¿Demasiado pronto para llamarte "mi amor"?

Mucho se habla de las precauciones que tomamos a la hora de soltar el primer te quiero y muy poco de la facilidad que tienen algunos para llamarte cari a la primera de cambio. ¿Ser o no ser el bomboncito de la persona que acabas de conocer? Esa es la cuestión. Tanto si adoras los motes cariñosos como si huyes de ellos despavorido, estamos de acuerdo en que enfrentarse al primer mi amor al empezar una relación es solo cuestión de tiempo. ¿De qué lado estás tú?

Hoy hablamos de lo que nos despiertan los apelativos pastelosos, por qué nos avergüenza usarlos en público y cómo reaccionamos cuando nos adjudican uno tan dulce que hace que nos suban los niveles de glucosa. Poner motes cariñosos es una personalidad y dice más de ti de lo que piensas.

¡Quédate y descúbrelo!

Yo no soy y ni voy a ser tu bizcochito

¡Pero tengo to’ lo que tiene delito!

La Rosi (y más aún después de la que tiene liada) lo tiene claro: hay gente a la que los motes cariñosos no se les antoja para hoy, para mañana y… para nunca. Un "princesita" dicho a la persona inadecuada o un "bombón" soltado a destiempo pueden repeler a tu churri más rápido que el mejor antimosquitos del mercado. Aunque vayan dirigidos con la mejor de las intenciones, ojo con soltar un apelativo ñoño demasiado temprano. Nuestro consejo es que ESPERES a tener algo de confianza para tomar la temperatura de vuestra relación y del idioma amoroso que vais a desarrollar juntos.

Porque sí: enamorarse y empezar a hablar raro es algo que siempre termina pasando...

Motivo de orgullo y de vergüenza ajena

No hay medias tintas: o los odias o los amas. Aunque ellas suelen ser más receptivas con esta práctica, es común que tanto hombres como mujeres se sientan algo avergonzados y comprometidos a la hora de airear ciertos apodos en público. Las alteraciones en los nombres propios a base de diminutivos (Pablito), acortamientos (Clau, para referirse a Claudia) o de terminaciones en -i (Osqui) son las que tienen mayor aceptación cuando hay gente alrededor, pero cuando se trata de apodos íntimos, la cosa se pone cri-cri-crítica.

ALERTA con llamar según cómo a tu churri delante de sus amigues si no quieres provocarle un desmayo. Hablando en plata: desde fuera, lo de decirse apodis monis puede resultar terriblemente ridículo. Que sí, que no pasa nada, que en la intimidad lo hacemos todos, pero, por favor, habla con tu pareja y llegad a un consenso porque no queremos que nadie te responda a un "gordi" con una mirada fulminante.

Llamar "amor" hasta al vecino

Todos conocemos a alguien incapaz de hacer distinción de motes cariñosos entre personas cercanas y desconocidas. Sea por cultura, por costumbre o porque simplemente les gusta, lo de referirse a cualquier persona con un apelativo cariñoso es una auténtica PERSONALIDAD.

Esta chorrada, que para muchos será el pan de cada día, hay oídos en los que puede resultar desquiciante. Sobre todo para aquella gente reservada que asocia los apodos a una forma de tratamiento especial y diferenciada, el hecho de conocer a alguien que suelta cinco "cariños" en una frase es algo que puede generar rechazo. ¡Y todo está bien! Simplemente pasa que, como cualquier otro rasgo de la personalidad, es una variante más de compatibilidad a tener en cuenta. ¡Seguro que alguna vez te ha pasado!

Si vas a hacerlo, hazlo bien

Apodos hay para todos los gustos: animales, comidas, partes del cuerpo, personajes animados, adjetivos, frases hechas, extranjerismos… Pero variedad no siempre significa originalidad. ¡Ajáaaaa! Te aconsejamos que apuntes alto y tires de personalización y de anécdota personal antes de poner motes que podrías haber usado con cualquiera de tus ex. Recuerda: ¡No queremos déjà vu-ings!

Pasa de jugártela con un apodo requete relamido y prueba con algo nuevo que os haga especiales. No prometemos que no vayan a ponerte cara de sapo ante cualquier lindez medio azucarada, pero si es VUESTRA LINDEZ, la cosa se ve distinta.

Sea como fuere, lo de llamar cariñosamente a tu pareja es un signo clarísimo de acercamiento y de confianza. Amigos, familiares, amantes, amigovios y parejas de toda la vida: servíos libremente de la nomenclatura del amor. Si es o no demasiado pronto para llamaros "mi amor", es algo que solo depende de vosotros.

¡Sed felices, tortolitos!

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