es.adopte.app

es.adopte.app

Cartas de amor que hicieron historia

De todas las formas posibles en las que podemos expresar amor, ninguna se iguala a la del puño y letra con trazo fino. Porque las cartas son, precisamente, el formato del amor en sí mismo: una correspondencia sin camino de vuelta, un salto al vacío, un testigo fiel de los sentimiento que fueron y que, de alguna forma, continuarán siendo mientras conserven su tinta.

Aunque hoy resulte un ejercicio nostálgico, el papel ha sido el principal vehículo de transmisión de los grandes amores y desamores de la historia. Y no es solo porque entonces no existiera otra alternativa, es que está comprobado que hay sentimientos que se expresan mejor si lo hacemos con luz tenue y mano temblorosa.

Como prueba de ello (y porque nos gusta un poco el cotilleo), hoy recuperamos 4 cartas románticas de personajes históricos que declararon su amor, su pasión, sus celos… a través de la palabra escrita.

4 cartas de amores únicos que pasaron a la historia

Atiende, amiga, que se viene salseo del bueno.

  1. 1. De cuando Cortázar ligaba con Edith Aron

Cortázar y Aron se conocieron inicialmente en París, pero no fue hasta años después que, al regresar a Francia tras pasar un tiempo en Argentina, Cortázar quiso retomar el contacto con la chica que conoció fugazmente en la ciudad del amor. Sí, queridas, una tirada de caña en toda regla.

“Querida Edith,

No sé si se acuerda todavía del largo, flaco, feo y aburrido compañero que usted aceptó para pasear muchas veces por París [...] Yo soy otra vez ése, el hombre que le dijo, al despedirse de usted delante del Flore, que volvería a París en dos años. Voy a volver antes, estaré allí en noviembre [...] Pienso, Edith, en el gusto de volverla a encontrar y al mismo tiempo tengo un poco de miedo de que usted esté ya muy cambiada [...] de que no le divierta la posibilidad de verme.

[…] Por eso le pido desde ahora y se lo pido por escrito porque me es más fácil, […] si usted está ya en un orden satisfactorio de cosas, si no necesita este pedazo de pasado que soy yo, me lo diga sin rodeos. […] Me gustaría que siga siendo brusca, complicada, irónica, entusiasta, y que un día pueda prestarle un pulóver o que usted pueda prestármelo a mí (…)".

__

  1. 2. Simone de Beauvoir y J.P. Sartre: una lección de poliamor

Prometíamos salseo y salseo hemos traído. Mientas tú tratas de asimilar las relaciones abiertas en pleno 2022, Simone de Beauvoir y Sarte ya se carteaban en 1938 explicándose sus rolletes. Lo que lees: aunque la pareja mantuvo una relación estable en el tiempo, es sabido que practicaban el poliamor y que no ocultaban sus encuentros. Una historia admirable, desde luego, aunque no estuvo exenta de algún que otro dolor de cabeza.

“Querido pequeño ser,

Quiero contarle algo extremadamente placentero e inesperado que me pasó: hace tres días me acosté con el pequeño Bost. [...] Una noche lluviosa, en una granja de Tignes, estábamos tumbados de espaldas a diez centímetros uno del otro y nos estuvimos observando más de una hora, alargando con diversos pretextos el momento de ir a dormir. Al final me puse a reír tontamente mirándolo y él me dijo: "¿De qué se ríe?". Y le contesté: "Me estaba preguntando qué cara pondría si le propusiera acostarse conmigo".

[...] Remoloneamos aún un cuarto de hora más antes de que se atreviera a besarme. [...] Estamos pasando unos días idílicos y unas noches apasionadas.

Hasta la vista [...] Tengo ganas de pasar unas interminables semanas a solas contigo. Te beso tiernamente, tu Castor”

__

  1. 3. Emilia Pardo Bazán y Galdós se ponen cariñosos

Lo mismo te publican un novelón de finales del XIX que se ponen intensitos confesando lo que se harían el uno al otro. Conservamos más de 92 cartas que plasman la historia de amor, pasión, peleas y reconciliaciones de estos amantes que comenzaron llamándose “maestro” y “amigo” para pasar a nombrarse “ratoncito mío, monín o pánfilo de mi corazón”. Para qué mentir, Pardo Bazán somos todas cuando nos enamoramos:

“Miquiño mío del alma,

Me están volviendo tarumba tus cartitas. Creo que jamás escribiste con tanta sencillez, con una gracia más bonita y más tierna. No sé las veces que he leído esta última epístola, ni el bien que me hizo, ni cuánto se me humedecieron los ojos. [...] Rabio también por echarte encima la vista y los brazos y el cuerpote todo. Te aplastaré. Después hablaremos dulcemente de literatura y de la Academia y de tonterías. ¡Pero antes morderé tu carrillito!

[...] Ven a tomar posesión de estos aposentos escultóricos. Aquí está una buitra esperando por su pájaro bobo, por su mochuelo. Hay en mí una vida tal afectiva y física, que puedo sin mentir decir que soy tuya toda: toda, me has reconquistado de muchas maneras y más que nada porque nunca me habías perdido; porque te quise ayer y te querré mañana”.

__

  1. 4. Beethoven y su Amada Inmortal: un amor a distancia

En esta apasionada carta se presenta el misterio de una joven cuya identidad todavía permanece en el anonimato. Las especulaciones han sido varias, pero de lo que no cabe duda es que el compositor estaba enamorado hasta las trancas y que no llevaba nada bien eso de amar a distancia. Con razón…

“Mi ángel, mi todo, mi yo...

[...] ¿Puedes cambiar el hecho de que tú no seas enteramente mía y yo enteramente tuyo? [...] Oh, Dios, por qué tener que separarse uno mismo de lo que uno ama tanto, y así, mi vida en Viena como es ahora es una vida miserable. Tu amor me hace el hombre más feliz y el más infeliz al mismo tiempo. [...] Ángel, ahora mismo escucho que el correo va todos los días y, por lo tanto debo terminar, de modo que tú recibirás la carta inmediatamente.

Permanece calma, solo a través de la tranquila contemplación de nuestra existencia podremos alcanzar nuestro objetivo de vivir juntos. Sé paciente, ámame hoy, ayer, que doloroso anhelo de ti, de ti, de ti, tú, mi amor, mi todo, adiós. Oh, continúa amándome, nunca juzgues mal el más fiel corazón de tu amado.

Siempre tuyo, siempre mía, siempre nuestros.”

__

¿Has sonreído al leer estas cartas? Imposible no hacerlo. Después de este artículo, di que escribir cartas no es cosa de ñoños, sino de valientes.

Si te ha gustado este artículo, vas a flipar con: 

 Canciones para revivir el romance como en los 70

Grandes lecciones de amor que aprendimos en series

me inscribo
back to top